Pantallas y niños: la pregunta clave que todo padre debe hacerse

Pantallas y niños: la pregunta clave que todo padre debe hacerse

Criamos a nuestros hijos en un mundo muy distinto al que crecimos

Cuando éramos niños, el entretenimiento era muy diferente. Pasábamos las tardes jugando en la calle hasta que alguien gritaba «¡a cenar!», grabámos nuestras canciones favoritas en un casete y si queríamos ver unos dibujos animados, esperábamos toda la semana hasta que la transmitieran en la televisión. La tecnología no estaba al alcance de nuestra mano en todo momento, y mucho menos decidía por nosotros qué ver a continuación.

Hoy, nuestros hijos crecen en una realidad completamente distinta. En lugar de esperar su programa favorito, pueden verlo una y otra vez sin pausas. En lugar de buscar en una enciclopedia, tienen la respuesta en un clic. Esto nos lleva a una pregunta que a muchos padres nos inquieta: ¿cuánto tiempo de pantalla es demasiado?

Algunos defienden que la tecnología es parte inevitable de la vida moderna y que privar a los niños de ella es dejarlos en desventaja. Otros temen que el exceso de dispositivos afecte a su desarrollo emocional, social y cognitivo. En este artículo, abordaremos esta cuestión desde la ciencia y la experiencia, buscando un equilibrio entre los beneficios y los riesgos. Porque al final del día, todos queremos lo mismo: que nuestros hijos crezcan felices, sanos y preparados para el mundo que les espera.

Lo que dice la ciencia sobre el uso de pantallas en niños

Sabemos que la tecnología ha cambiado nuestras vidas y que ha traído grandes ventajas. Pero, cuando se trata de la infancia, el equilibrio es clave. La Asociación Española de Pediatría (AEP) ha actualizado sus recomendaciones sobre el uso de dispositivos digitales en niños y adolescentes, basándose en estudios científicos recientes:

  • 0 a 6 años: No se recomienda el uso de pantallas. La exposición a dispositivos digitales en esta etapa puede afectar al desarrollo del lenguaje, la capacidad de atención y la regulación emocional (AEP, 2024).
  • 6 a 12 años: Se sugiere un máximo de una hora diaria, incluyendo el tiempo escolar y los deberes.
  • 13 a 16 años: Se recomienda un máximo de dos horas diarias, priorizando el uso responsable y supervisado.

Más allá de estas pautas, la ciencia ha demostrado que el exceso de tiempo frente a pantallas afecta negativamente al sueño, la alimentación, el riesgo cardiovascular y la actividad física. Un estudio publicado por la Agencia SINC determinó que el abuso de dispositivos digitales en niños pequeños puede repercutir en su capacidad para hablar e incluso moverse correctamente (Agencia SINC).

La Asociación Española de Pediatría también advierte que la sobreexposición a pantallas puede alterar la estructura cerebral infantil, especialmente en áreas relacionadas con la memoria, la atención y el procesamiento emocional. Según un informe del Science Media Centre, los efectos no siempre son drásticos, pero sí acumulativos a lo largo del tiempo.

Si recordamos nuestra infancia, lo más parecido a una maratón de contenido audiovisual era un sábado por la mañana viendo dibujos animados en la televisión, hasta que alguien nos sacaba a jugar. Hoy, el acceso ininterrumpido a pantallas nos obliga como padres a replantearnos cómo establecer hábitos digitales saludables para nuestros hijos. La clave no es prohibir, sino enseñar a usar la tecnología de manera consciente y equilibrada.

Diferencias entre Latinoamérica y España en el uso de pantallas

Aunque los riesgos del abuso de pantallas son universales, la forma en que las familias gestionan la exposición a dispositivos digitales varía entre regiones. España y Latinoamérica presentan diferencias significativas en cuanto a regulaciones, acceso y hábitos de uso:

  • Regulaciones en España:
    • Existen normativas que limitan el uso de pantallas en el entorno escolar.
    • Se han implementado políticas que restringen el uso de los teléfonos móviles en las aulas y fomentan métodos de enseñanza tradicionales.
    • La AEP recomienda retrasar la entrega del primer smartphone hasta los 13-16 años, promoviendo un uso progresivo y acompañado por los padres (AEP, 2024).
  • Situación en Latinoamérica:
    • El acceso a dispositivos varía según el nivel socioeconómico.
    • En algunos hogares, las pantallas son una herramienta educativa clave, especialmente en zonas con acceso limitado a materiales didácticos físicos.
    • La falta de regulaciones claras conlleva un mayor consumo de contenido digital sin supervisión (UNIR, 2024).
  • Brecha digital en la región:
    • En ciertos hogares, los niños tienen acceso a tecnología de última generación, mientras que en otros, la conexión a Internet es limitada o inexistente.
    • Esto genera desigualdades en la educación digital y plantea retos adicionales para las familias y los sistemas educativos.

En cualquier contexto, el desafío para los padres sigue siendo el mismo: encontrar un equilibrio entre el uso beneficioso de la tecnología y el riesgo de una exposición excesiva. La clave está en el acompañamiento, el diálogo y la enseñanza de hábitos digitales saludables. Porque, al final, independientemente de dónde vivamos, todos buscamos lo mismo: que nuestros hijos crezcan en un entorno seguro, estimulante y equilibrado.

Beneficios del uso responsable de las pantallas

Aunque es esencial ser conscientes de los riesgos asociados al uso excesivo de dispositivos digitales, también es importante reconocer que, cuando se emplean de manera equilibrada y supervisada, las pantallas pueden ofrecer múltiples beneficios en el desarrollo de los niños. A continuación, se detallan algunos de estos aspectos positivos:

  • Educación digital: las plataformas educativas digitales brindan acceso a recursos que potencian el aprendizaje y la creatividad de los niños. Programas bien diseñados, como Barrio Sésamo, han demostrado ser efectivos en la enseñanza de habilidades sociales, lingüísticas y de lectura en niños de 3 a 5 años.

  • Conexión social: para niños que viven lejos de sus familiares o amigos, las videollamadas y otras herramientas digitales permiten mantener y fortalecer estos lazos afectivos. Esta interacción virtual puede ser especialmente valiosa para fomentar relaciones y compartir experiencias a pesar de la distancia.

  • Desarrollo de habilidades tecnológicas: el uso adecuado de dispositivos prepara a los niños para desenvolverse en un mundo cada vez más digitalizado. Al interactuar con la tecnología desde temprana edad, los niños desarrollan competencias digitales esenciales que les serán útiles en su educación y futuras carreras.

  • Fomento de la creatividad: aplicaciones y programas de diseño y edición permiten a los niños expresar su creatividad de maneras innovadoras. Ya sea creando arte digital, música o narrativas interactivas, las pantallas pueden servir como herramientas para explorar y desarrollar la imaginación.

  • Acceso a información y cultura: Internet ofrece una ventana al mundo, permitiendo a los niños explorar diferentes culturas, idiomas e información que enriquece su conocimiento y comprensión global.

  • Desarrollo de habilidades sociales en niños neurodivergentes: para niños con neurodivergencias, como el trastorno del espectro autista o TDAH, las pantallas pueden ofrecer un entorno controlado y predecible para desarrollar habilidades sociales y comunicarse con otros, reduciendo la ansiedad que pueden experimentar en interacciones cara a cara.

Es fundamental que los padres y cuidadores acompañen a los niños en el uso de la tecnología, fomentando un consumo crítico y equilibrado. Al igual que en nuestra infancia aprendimos a equilibrar el tiempo entre jugar al aire libre y ver nuestros programas favoritos, hoy debemos guiar a nuestros hijos para que encuentren un equilibrio saludable en el mundo digital.

Cómo establecer hábitos digitales saludables

El equilibrio es la clave. Como padres, podemos ayudar a nuestros hijos a desarrollar una relación saludable con la tecnología siguiendo algunas pautas sencillas:

  • Dar ejemplo: no podemos pedirles que usen menos pantallas si nosotros mismos estamos pegados al teléfono todo el día. Reducir nuestro propio tiempo frente a las pantallas es el primer paso.

  • Priorizar la lectura: incluir libros en la rutina diaria no solo fortalece la comprensión lectora, sino que también fomenta la imaginación y la creatividad.

  • Establecer tiempos sin dispositivos: momentos como las comidas o la hora antes de dormir deben ser libres de pantallas para mejorar la calidad del sueño y fortalecer la conexión familiar.

  • Supervisar el contenido: no solo importa cuánto tiempo pasan frente a la pantalla, sino qué están viendo. Aplicaciones de control parental y la conversación abierta sobre los riesgos de Internet pueden ser de gran ayuda.

Reflexión final

Si hay algo que aprendimos de nuestra infancia es que jugar, leer y socializar fueron experiencias que nos marcaron más que cualquier programa de televisión. No se trata de demonizar la tecnología, sino de enseñarle a nuestros hijos que, así como no comerían solo dulces todo el día, tampoco deberían alimentarse solo de contenido digital.

En «Spider-Man», el personaje del tío Ben nos dejó una enseñanza valiosa: «Un gran poder conlleva una gran responsabilidad». La tecnología es ese poder, y nuestra responsabilidad es enseñarles a nuestros hijos a usarla de manera inteligente. Como padres, tenemos la oportunidad de guiarlos para que disfruten de lo mejor del mundo digital sin perderse las maravillas del mundo real.

Algunos títulos que te pueden interesar para fomentar la lectura en los más pequeños:

Libros recomendados, Pantallas y niños, equilibrar la lectura y tecnologia

En definitiva, no se trata de prohibir, sino de acompañar. Y, aunque a veces sintamos que vamos aprendiendo sobre la marcha, lo importante es que estamos ahí, haciendo lo mejor que podemos.

Fuentes:

Asociación Española de Pediatría

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